En
este relato, una mujer nos cuenta cómo fue salir del clóset ante su familia. ¿Ha
escuchado antes esta historia? ¿La ha vivido usted?
Tenía 17 años cuando mi familia descubrió que mi pareja era una mujer y
además, era mi prima. Ella fue mi primer acercamiento íntimo, pues hasta ese
momento fui virgen. No necesité estar con un hombre para saber que compartiría
con una mujer un instante, un noviazgo, tal vez mi vida.
Mi madre estalló en llanto cuando supo de nuestra relación. Mi familia
se había enterado meses antes. Recuerdo perfectamente ese instante. Mi mamá
conversó con una de mis tías y en medio de la conversación mi tía exclamó: “¡mejor
puta que lesbiana!”
Desde
ahí se declaró una guerra. A un lado estaba mi familia, y al otro, estábamos mi
prima y yo. La estrategia para culparnos era por medio de intimidación, indiferencia
y rechazo. Y todo lo demás que piensa una familia católica y convencional
frente a la homosexualidad.
La
estrategia funcionó. No seguí con mi prima, pues tenía miedo conmigo y con la
sociedad y me sentía vulnerada y manipulada. Sin embargo, no quise cambiar lo
que andaba "mal en mí". Seguí re-descubriendo mi orientación
sexual a partir de más experiencias con diferentes mujeres.
Fui
predecible. Me apresuré a ir a los bares gays y supe perfectamente que me
sentía bien con ese nuevo mundo que se abría ante mis ojos. Luego decidí estar
con una pareja estable y quise llenar los vacíos de mi vida con el compromiso.
Esas son cosas que como la mayoria de las familias desconocen se te dicen esa brutalidad, mi madre en mi caso me dijo "Hubiese preferido que estuviera en embarazo que con una mujer, que asco!"
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