El debate sobre el
Matrimonio Igualitario ha estado durante los últimos días en la primera plana
de los medios del país. En las redes sociales miles de usuarios se preguntan y
nos preguntan sobre lo que está pasando y nos dejan saber su inconformidad y
confusión. Una oleada de buenas y no tan buenas noticias circulan por la web.
Realmente, ¿qué es lo que pasa?
Podríamos empezar con
señalar de nuevo la persecución que la Procuraduría General de la Nación ha
emprendido contra la población LGBTI. La insistencia del Procurador Ordoñez en
negar a las parejas del mismo sexo el derecho al matrimonio ha llegado hasta el
punto de que un juez diera la orden de “anular” el primer matrimonio celebrado
en el país. La orden del Procurador deja ver una vez más que hará todo lo que
esté a su alcance para promover su homofobia y discriminación contra las
parejas del mismo sexo.
La situación es grave
porque, como lo planteó la Silla Vacía en un artículo titulado ‘Ordóñez
activa toda la maquinaria de la Procuraduría contra el matrimonio igualitario’,
la entidad delegó todo un aparato para oponerse a ese derecho. Y lo explica
así: “Ordóñez puso a funcionar toda la
maquinaria que tiene bajo su control en la entidad para evitar que los jueces
puedan garantizar la igualdad de derechos civiles a las parejas homosexuales.
De esta manera, convierte esa lucha en prioridad en una entidad muy poderosa y
que tiene otras funciones como vigilar disciplinariamente a todos los
funcionarios públicos o proteger los derechos humanos”.
La Silla explica también que
la maquinaria comienza desde la orden emitida por el Procurador con la Circular
013 de 2013. De esta manera Ordoñez, entre otras cosas,
obliga a jueces y notarios a unir a las parejas del mismo sexo sin reconocerles
su derecho al Matrimonio y exige a los procuradores regionales intervenir en
todos los procesos de matrimonio e informarlo a él sobre cada uno de los casos.
La orden para los procuradores judiciales es “interponer las acciones y los recursos judiciales disponibles, así
como hacer las solicitudes a que haya lugar”.
En su artículo, La Silla
Vacía denuncia que Ordoñez ordenó a más de 800 abogados de la entidad, “buscar los datos de todas las solicitudes de
matrimonio de personas del mismo sexo” lo que le permite conocer
información confidencial de todas las personas que soliciten ese derecho.
Por su parte, el
diario El Espectador se pregunta en el editorial publicado el 1º de octubre y
titulado Un
ataque sistemático: “¿Qué
derecho fundamental está siendo vulnerado porque un juez o un notario casen a
un par de gais o lesbianas? ¿Qué daño —ya hablando en términos menos leguleyos—
le están haciendo a la sociedad que los rodea?”
No podemos entenderlo.
¿Cuántas cosas más tienen que pasar en el país para que la justicia deje de ser
administrada por los intereses personales de algunos funcionarios?
Como
respuesta a la última tutela interpuesta por el Procurador, los jueces le
exigieron al procurador y a los funcionaros del
Ministerio Público que respetaran su autonomía. En la declaración,
la Juez María del Pilar Arango explicó públicamente que los jueces del país que
están celebrando matrimonios están “cumpliendo con la labor al interpretar
la sentencia C-577 de la Corte Constitucional”.
Así mismo,
cctivistas de la población LGBTI junto a la Concejal Angélica Lozano, exigieron
respeto y denunciaron ante la Fiscalía los
abusos de autoridad de la Procuraduría General de la Nación. La
Concejal declaró que la entidad “ha
abusado del derecho, de la autoridad y ha cometido hostigamientos” y pidió
que se indague sobre quién da la orden de entutelar a los
jueces de la República que están casando a las parejas del mismo sexo.
En el mismo artículo citado
de El Espectador dice: “Mucho más allá de
toda esta verborrea técnica, lo que tenemos aquí es una cruzada por no dejar
avanzar ciertos derechos. Y ahí nos quedamos. ¿Hasta cuándo tendremos que estar
obligados a informar sobre este tipo de noticias? ¿Cuándo podremos seguir
adelante?”
Seguiremos adelante. No
importa hasta dónde sea la barrera. La igualdad es un derecho que no tiene
vuelta atrás.
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