Este es un cuento de la vida real que termina con final feliz, pero que en las montañas de obstáculos que sortearon sus protagonistas, nos enseña que han valido la pena los años de lucha para recordar que los derechos humanos como el amor nos pertenecen a todas las personas.
Subachoque, 17 de agosto de 2019. Isabella Soto y Lina Mosquera vestidas de novia. De fondo, Socio (la mascota), amigos, amigas y familiares siendo testigxs de este legado: El amor es lo más simple y lo más rebelde. Lo más grande y lo más frágil. El amor es amor en todas sus expresiones y como milagro debe respetarse, expresarse y compartirse. El amor para compartir la mitad de la cama, la media cerveza, un mordisco de eso, 3/4 de la cobija, una esquinita de la almohada, el rayito de sol.
Fue un ritual espiritual que selló la unión como mujer y mujer. Un evento que hizo oficial esa propuesta de matrimonio que llegó de manera sorpresiva, pero anhelada, dentro de una caja enorme con un globo que decía: ¿quieres casarte conmigo?, y una respuesta de la vida para decirle a Isabella que no estaba en lo cierto cuando pensaba que el matrimonio no era para ella.
“Si me preguntaran hace algún tiempo si soñaba casarme respondería un NO seco con tufo a soberbia que solo ocultaba un “No puedo”. No puedo porque no soy valiente, no puedo porque ¿qué pasaría si mi familia no está ahí conmigo? Tendría de decirle a todo el mundo y entonces mejor... No quiero. Así suena más fácil, más seguro”, recuerda esta caleña que hoy agradece a todxs aquellxs que lucharon para que “nosotras podamos ser todas unas señoras”.
Más allá de tener el derecho a casarse como una expresión del amor y el deseo de compartir una vida en conjunto, la ceremonia de Isabella y Lina también llegó para reafirmar el matrimonio como una cobija de derechos a la cual accedieron ante la notaría el 8 de julio de 2019, y que suponían sería un proceso sencillo teniendo en cuenta que hacía tres años que el matrimonio igualitario en Colombia había sido aprobado por la Corte Constitucional, pero no.
“Después de la tercera notaría en la que nos dijeron que las agendas estaban llenas y no había disponibilidad, empecé a sospechar que algo estaba mal. Le comenté a Lina mi percepción y me dijo que entrara yo sola a preguntar por un matrimonio y que después, aclarara que era una unión de dos mujeres. Lastimosamente comprobamos que las agendas estaban llenas, pero de discriminación, no de citas”, recuerda Isabella.
Como si no hubiesen sido suficientes los años de lucha que las personas LGBT han tenido que enfrentar en Colombia, y que aun enfrentan en muchos países del mundo, para hacer valer el derecho que por Ley es para todes, aún hay notarías con agendas llenas para casar a parejas de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales y funcionarios que actúan bajo su propia voluntad, y que les cierran las puertas a la igualdad y a los derechos.
“El derecho es para todas las personas. Quien quiera o requiera acceder a este tiene todo el camino que la comunidad ha forjado durante años de lucha. Busquemos siempre el respeto, amor y trato que merecemos como seres humanos”. Respeto que les permitió a Isabella y a Lina sortear obstáculos en el camino de la planeación de la boda como entender que la señora del almacén de novias se sonrojara al suponer que eran mejores amigas que se casaban en una boda doble, que las locaciones no están preparadas para atender dos novias al mismo tiempo, y que los proveedores vieran la boda como un evento extraordinario.
Este año, la pareja caleña – bogotana cumplirá dos años de matrimonio, dos años de haber celebrado una boda como todas, sin más, sin menos. “Con la firme convicción de algún día ser tan visibles hasta el punto de pasar desapercibidxs y poder compartir con el mundo que nada malo viene del amor, que cuando entendemos quiénes somos comprendemos que no importa lo que los demás piensen, y que necesitamos que nos vean, nos entiendan y nos acepten como sujetos de derechos”: Isabella.
Paréntesis: las novias heterosexuales pueden casarse en pantalón y las lesbianas en vestido. Es legal ante “la ley del estilo” casarte usando lo que quieras. Con los colores que quieras. ¡Ah, y los hombres pueden usar vestido también!
Esta es una de las muchas historias de amor de Lesbianas, gays, bisexuales y Trans que quieren y han querido casarse y que hoy pueden reclamar este justo derecho. Es una de miles de historias de amor de parejas del mismo sexo que quisimos destacar a propósito de los cinco años que se cumplen desde que la Corte Constitucional reiteró y ratificó que el matrimonio igualitario en Colombia ya estaba aprobado desde 2013.
Esta lucha no fue fácil, muchas parejas se sometieron al dolor, a la frustración, a la ira de escuchar que para muchos su amor “no valía”, como si el amor tuviera manual. Pero aunque esta lucha estuvo llena de obstáculos, las batallas que libramos muchos activistas en el país hace que hoy esto sea una realidad, que casarnos no sea solo un sueño.
Hoy celebramos un logro mancomunado entre activistas, organizaciones de derechos humanos y parejas que sortearon diversas y duras dificultades y superaron infinitos ¡NO! para que cada 28 de abril podamos gritar con orgullo que el matrimonio igualitario ¡SÍ! es posible en Colombia, más que eso, es nuestro derecho, nuestra elección.
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