Diario publica lista de 200 personas LGBT |
De acuerdo con la prensa internacional, cuando Museveni
firmó esta ley, impulsada por grupos evangélicos cristianos en Uganda, fue
ovacionado por sus funcionarios de Gobierno, entre quienes se complacían de que
su país “no cede a la presión occidental”.
De esta manera, Uganda contradijo compromisos
internacionales en materia de derechos humanos LGBTI, y desatendió la presión
de la opinión pública mundial manifestada en su contra desde que, en 2009, fue
conocido el borrador del proyecto de ley.
La nueva legislación anti-LGBTI fue aprobada por el Parlamento en
diciembre de 2013.
Entre otros personajes del poder político internacional que
se han manifestado en este caso, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama,
después de una serie de llamados que pidieron el respeto de los derechos
humanos LGBTI en el país africano, le
advirtió a Museveni que con esa firma, pondría en riesgo las relaciones
bilaterales y que principalmente esto significaría “un paso atrás para los
ugandeses".
Así mismo, la asesora de Seguridad Nacional de la Casa
Blanca, Susan Rice, informó vía Twitter, que ella manifestó al gobierno de
Uganda, el rechazo estadounidense frente al proyecto de ley. "Todas las
personas merecen libertad, justicia e igualdad. Nadie debe ser discriminado por
ser quien es, o por la persona a quien ama”, señaló.
Con los focos de la prensa mundial encima, a inicios del año
2014, el presidente ugandés decidió posponer su firma sobre la ley, mientras
encargó a un grupo de científicos la
tarea de responder a su pregunta sobre el origen de la homosexualidad. Según la
versión presidencial, el informe determinó – desatendiendo las conclusiones más
reconocidas y contundentes de la comunidad científica internacional- que la
homosexualidad no es genética, sino que es una opción que proviene de “una
conducta social anormal”.
Por consiguiente, con la intención de justificar su firma sobre la nueva ley, Museveni apeló al supuesto informe científico y, de esta manera, sus argumentos fueron cada vez más confusos. Según explican agencias internacionales de prensa, el mandatario manifestó, entre otras cosas, que de acuerdo con su análisis en la materia, la homosexualidad “se puede corregir ya que es aprendida" y puede ser “el producto de intereses económicos”. Incluso señaló que muchas de las personas LGBTI son “heterosexuales que por dinero cambian su orientación sexual”.
No obstante la homofobia revelada en los argumentos de
Yoweri Museveni acerca de la población LGBTI, más declaraciones similares
alertan al mundo sobre el retroceso que personajes con poder pretenden dar al
reconocimiento de los derechos humanos.
En días pasados, también en África, el presidente de Gambia,
Yahya Jammeh, amenazó con perseguir y aplastar a las personas LGBTI de la misma
manera “como se combate a los mosquitos de la malaria”, que cada año deja
millones de víctimas en ese continente. Según informa la prensa internacional,
Jammeh –al parecer, pretendiendo un tono científico y médico- manifestó que
para él, alguien LGTB es un mal y “un peligro para la existencia humana”, así
como “la lepra, la gonorrea y la tuberculosis”.
Así mismo, en Brasil, Jair Bolsonaro, representante del
Partido Progresista en la Cámara de Diputados de Brasil -y candidato a
presidente del Comité de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara-, manifestó
que, según él cree, la mayoría de las personas LGBTI lo son “por imitación” y,
así mismo, que la homosexualidad es producto, entre otras cosas, “del consumo
de drogas” y que, por consiguiente, apenas “una minoría de ellas son las que
nacen con defecto de fábrica”. A pesar
de la vehemencia de sus declaraciones, ninguna fuente seria y reconocida ha
sido citada por el político, como sustento de estas afirmaciones.
Por este mismo camino de los discursos del sinsentido, en
diversas partes del mundo de vez en cuando surgen personajes con poder que
pretenden pasar por verdades científicas, religiosas o morales, una homofobia
mal disimulada.
No obstante, estas declaraciones y estas normativas
retrógradas que sancionan o restringen los derechos humanos de la población
LGBTI, suenan cada vez más rechinantes, indignantes e indefendibles, a oídos de
la comunidad internacional.
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